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«Leopoldo Emperador realiza una obra que, a partir de las tendencias alternativas (povera, conceptual, land art…) ha desarrollado todo un discurso coherente y riguroso, infrecuente en las islas donde, desde Juan Hidalgo se viene ensayando con desigual fortuna una aproximación a los lenguajes radicales que el arte de hoy nos ofrece. Haciendo uso de toda suerte de materiales trata de entablar un diálogo de encuentro/oposición entre naturaleza y artificio tomando como punto de partida, tanto el lenguaje tecnológico como los referentes orgánicos e inorgánicos de la cultura popular (neón, hierro, cristal, arena, piel, fotografía, ramas vegetales, etc.).
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Por otra parte, en su obra confluyen toda la gama de lenguajes aunque es evidente su predilección por cierta asepsia tan formal como cromática en deliberada contradicción con las complicadas ─casi esotéricas─ elucubraciones conceptuales desde donde cimenta su posición ideológica. En este sentido, su uso del lenguaje como la incorporación de la pintura a un elemento escenográfico de sus instalaciones complican más, si cabe, su ya intrincado laberinto progresivo.
Su deseo expreso de exceder el plano de la pintura le ha llevado a explorar ─casi en el campo de la verdadera escultura─ proyectos de compleja realización, verdaderas arquitecturas imaginarias que, la mayoría de las veces, hablan menos de su verdadero talante creativo y más del empobrecimiento económico y técnico de su entorno, incapaz de llevar a cabo esos proyectos de envergadura».
(C. Díaz‑Bertrana; en el cat. de la exposición Frontera Sur. Una selección de artistas canarios, Cabildo Insular de Gran Canaria, T.G. Forma S.A., Madrid, 1987.)