Hace ya muchos años tuve el privilegio de conocer a Leopoldo Emperador. Por entonces era responsable de las exposiciones y de las actividades que en torno a las Artes Plásticas se celebraban en el madrileño Círculo de Bellas Artes. Eran unos años en los que la obra de los artistas conceptuales, y Leopoldo Emperador era unos de sus más llamativos exponentes, acaparaban el interés de la mayoría de los amantes del arte. Desde aquellos tiempos, una gran amistad y una profunda admiración por su rigor artístico nos ha mantenido en estrecho contacto.
Leopoldo Emperador se movía por aquel entonces como pez el agua en los círculos artísticos. Su obra era valorada y reconocida tanto en España como en el extranjero. Sin embargo, aquellos éxitos de juventud no acomodaron su inquieto espíritu de artista; su afán de búsqueda y su voluntad innovadora le llevaron a probar nuevos lenguajes. A principios de los años noventa decide dar un vuelco total a su trabajo, y tras un tiempo de reflexión y experimentación, inicia una nueva andadura por caminos totalmente diferentes. Se siente mas escultor que nunca, estudia, busca y encuentra nuevos materiales que ensambla y reconstruye creando formas sorprendentes. Aparecen unas obras originales, insólitas, cargadas de una gran fuerza expresiva y un extraordinario interés artístico. Estas obras, abstractas al principio, figurativas al final, constituyen retratos sugerentes y evocadores de seres que habitan un entorno dulce e irónico al tiempo.
Esta última faceta de su trabajo es la que proponemos recorrer en la presente exposición, mostrando una cuidada selección de sus composiciones más recientes, un total de …. piezas realizadas entre los años 1990 y 2003 que sorprenden por su originalidad y gran calidad escultórica.
La realización de la presente exposición no hubiera sido posible sin la generosidad del propio artista, quién ha puesto a nuestra disposición las obras, documentos y materiales que hemos necesitado para realizar con buen fin nuestro trabajo, y sin la colaboración de nuestro común amigo Alfredo Delgado, quien con su ayuda ha facilitado en gran manera nuestra labor.
María Luisa Martín de Argila 2003
Comisaria de la Exposición