un noble isleño, Juan Hidalgo, cuenta que el archipiélago canario se formó como consecuencia de una descarga seminal de Atlas sobre el océano
miraba al oeste, sin duda, pero no tardó en refrescar su espalda con los alisios en canarias, desde aquellos tiempos, el padre siempre está lejos cada cual lo encuentra, aquí o allí, lo adopta y le da sus apellidos
las líneas genealógicas están demasiado intrincadas para saber quién estaba en los orígenes de modo que es mejor trazarlas según el gusto pero, ¿bajo qué forma de gusto?
no es fácil saberlo en un mundo que se encuentra en pleno cambio de paradigma * asistiendo a la pluralidad y devaluación de los sistemas de interpretación en pleno baile de máscaras
hay que estar atento para reconocerse tras la mascarada
antiguamente, el artista que no perdía su línea podía transcribirla en un plano
existía un marco de referencias convenido y estable que servía como telón de fondo por el que deambular, sobre el que navegar
si se seguía una derrota por afán de lo remoto, se tenía la certeza de que añadiría un nuevo punto al mapa, un nuevo cabo, o una nueva isla, por qué no
pero nuestra tierra ha dejado de ser plana hace mucho tiempo y no hay indicios de que vuelva a serlo otra vez
la derrota ya no dibuja nuevas líneas en El mapa, ha quedado abandonada a su suerte, o a su grandeza, sola como derrota, viajando entre mapas
nuestras expediciones actuales son los viajes espaciales, en otro espacio y en otro tiempo, sin norte y sin rosa de los vientos hoy, mantener la línea obliga a viajar atravesando planos, a tocarlos tangencialmente perderse en ese viaje es el peligro que todo artista debe acometer el arte no es más que el dominio de una técnica para no perderse
y antes, el atrevimiento o la desesperación necesarias para estar en el lugar de la perdición donde te pierdes
no parece que sea un lugar al que se llegue mediante excursiones colectivas esos son otros derroteros y otras derrotas
José Díaz Cuyás